jueves, febrero 23, 2006

En una isla


Bruno Marcos

Uno ve las escenas del 23 F y no puede menos que conmoverse, es como recordar una tarde de lluvia de la infancia, mientras la mamá tricotaba un jersey hortera.
Pero, luego, cuando el tal Tejero baja del estrado a zancadillear al pobre de Gutiérrez Mellado –sin conseguirlo- le da a uno un poco de vergüenza ajena y no sabe si ese grupo de personas quería imponer una dictadura o un tiempo de lo chusco, una prórroga donde lo ordinario, al grito muy castizo de que se sienten coño, nos permitiría vivir en una isla unos cuantos años más.
Me he fijado, ahora en su aniversario, que el tal Tejero, después de no conseguir abatir a aquel viejito -que resultaba ser, nada más y nada menos, que el jefe del estado mayor- va y se da una vuelta por allí, como para disimular, pistola en mano.
Cuenta Bono en la radio que un guardia civil de los que le secuestraba le pidió permiso para llamar a su esposa y decirle que no se preocupase, que estaba en el congreso dando un golpe de estado y, por eso, no llegaba a casa. Herrero de Miñón dice que otro le rozó la mano y le preguntó si le había hecho daño pidiéndole perdón. Fraga explica que, después de reñir a Tejero, este le echó a la calle con empujones. ¿En qué quedamos?¿Eran o no eran unos brutos?¿A ver si los subordinados iban a ser más refinados que los mandos golpistas? A decir verdad había algo delicado en la forma de arrojarse por las ventanas los guardias que, escandalizados, abandonaban el golpe.
Al día siguiente de los tiros en el cielo del congreso –porque yo venía de la ciudad de cuento de hadas que aloja el mar y ha madurado sobre la violencia- no fui a la escuela. Cuando me reincorporé me preguntaron si había estado enfermo, todos habían acudido a sus pupitres, como si nada. Creo que, cansado de explicar que habíamos tenido miedo, acabé por decir que sí, que había estado enfermo, para no parecer absurdo, entonces comprendí que mi nueva ciudad era también una isla donde nada malo me podría pasar.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Después de todos los programas resumen-homenaje-memoria, quizás por primera vez somos concientes de que nuestra historia personal se entremezcla con la colectiva(por primera vez recordamos que haciamos entonces). Aunque algunos comentarios "intencionadamente" jocosos acaban por distorsionar la memoria (dónde termina el recuerdo infantil y donde se crea el trasunto literario, más gracioso pero menos emocionante que la realidad, que termina con un tio que vivia en un armario). Los habitantes de la isla efectivamente no notamos alterada nuestra cotidaniedad (solamente en pequeños detalles, que desciframos mucho tiempo después), quizas porque al no haber vivido en la ciudad del mar, no reconociamos la guerra que barruntaba los pies del país. Todos vivimos una guerra alguna vez....¿cuantos tipos de guerra hay?

marzo 12, 2006 4:22 p. m.  

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